La gente en general no ha parado de llamarme la atención. El ambiente que se respira en la calle es único. Nada de formalismos, ni a la hora de actuar ni a la de vestir. El raparse la cabeza y dejarse una supercresta verde en la cabezota no es motivo en esta ciudad para que la gente te mire sin parar.
El segundo día me lo pase recorriendo y disfrutando de uno de los barrios más variopintos de la ciudad: Kreuzberg, recomendación de mi compi Pakito (Gracias). Este distrito, en tiempos del muro, estaba rodeado por él en tres de sus cuatro lados. En esa época era un barrio cosmopolita de la ciudad con mucha acción política y sindical. Hoy es el barrio con mayor concentración de extranjeros de la ciudad, siendo la comunidad turca la predominante. Algunos lo llaman la pequeña Estambul, aunque yo me quedo con el Berlín punk-hip-hop district, que creo que lo define mejor. Dicen que es un barrio seguro, aunque si no te ponen en contexto, la fauna urbana que te cruzas te puede hacer sentir un poco incomodo (uhhhh!)
El último día, no dio para mucho más que paseito en bici por diferentes barrios y buenos momentos en los cafés, los cuales abundan por toda la ciudad.
Ya he puesto a Berlin un "tick" en las ciudades a las que tengo que volver y saborearla sin prisas....